El Giro de Italia hará historia el viernes con un primer arranque fuera de Europa, con una breve contrarreloj individual en Jerusalén, para subir el telón de una 101ª edición donde todas las miradas empiezan dirigidas a Chris Froome.
Washington y Tokio fueron proyectos en su día que no tuvieron éxitos. Jerusalén se ha convertido en una realidad para la salida del Giro que, en más de un siglo, nunca había salido del continente europeo, como tampoco han hecho las otras dos grandes rondas por etapas del calendario ciclista (Tour de Francia, Vuelta a España).
Una contrarreloj en la parte oeste de Jerusalén y dos etapas en línea que atravesarán Israel de norte a sur supondrán el inicio del Giro, antes de que ponga rumbo a Sicilia.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebró el impacto que puede tener para su país pese al contexto de tensión política.
“Es un poco tenso en lo referente a la seguridad”, reconoce el vigente campeón, Tom Dumoulin, que puntualiza sin embargo que “no hay más miedo que cuando llego a los Campos Elíseos en el Tour de Francia”.
– Un favorito con muchas dudas –
El británico Chris Froome, que en 2017 ganó su cuarto Tour de Francia y su primera Vuelta a España, afronta el reto de ganar las tres grandes rondas por etapas de manera consecutiva.
Con ese sueño acude al Giro, una carrera que ya disputó en los inicios de su carrera. En su última presencia allí, en 2010, era un corredor desconocido y fue excluido por haberse agarrado a un vehículo.
Ocho años más tarde, todas las miradas se dirigen hacia él. Primero, por su papel de jefe de filas del equipo más fuerte del pelotón (Sky), pero sobre todo por su control antidopaje en la última Vuelta, en septiembre, “anormal” según el término jurídico en vigor debido a la tasa de salbutamol detectada.
A la espera de la decisión de la instancia antidopaje, que se espera para junio, Froome puede seguir corriendo.
“La situación alrededor de Froome es difícil e inoportuna”, resumió Dumoulin, que tiene una opinión que es muy compartida en el seno del pelotón.
Por su parte, el británico, que espera competir como si no ocurriera nada con él, prefiere centrarse en las cuestiones meramente deportivas: “Hay evidentemente un riesgo al hacer del Giro un objetivo antes del Tour de Francia, pero si no hubiera venido al Giro con intención de ganar creo que lo habría lamentado. Cuando la carrera termine podré comenzar a concentrarme en el Tour”.
Los Alpes, siempre decisivos
El ‘keniano blanco’ de 32 años será el hombre a batir, pese a que sus resultados este año no son muy brillantes -ningún podio en 17 días de carrera-.
Dumoulin también ha estado discreto desde el principio del año, pero también parte en el grupo de principales aspirantes desde la contrarreloj del viernes en Jerusalén.
Tradicionalmente, “la carrera más dura en el país más bello del mundo”, el lema de marketing del Giro, se decide en la montaña.
El Etna recibirá la visita del pelotón en la sexta etapa y también se presentan decisivos los Alpes, con el Zoncolan (14ª etapa), entre otros.
Todo ello camino de Roma, donde el 27 de mayo terminará la carrera.
El menú gusta a los escaladores. Por ello también habrá que contar como candidatos con el ‘Superman’ colombiano Miguel Ángel López y con su compatriota Esteban Chaves (2º en 2016), igual que con el campeón de Italia Fabio Aru (2º en 2015) o el francés Thibaut Pinot (4º en 2017).
Todos parecen en condiciones de soñar con la ‘maglia rosa’, el color emblema del Giro, que se deja notar en las calles de Jerusalén.