En busca de su tercer anillo en los últimos cuatro años que lo sitúe a la altura de las dinastías inmortales de la NBA, los Golden State Warriors han buscado la motivación para ello en una pequeña lista de gestas nunca logradas.
En 2015, ganaron el primer título de la franquicia en los últimos 40 años. En 2016, lograron el mejor récord de la historia en una temporada regular de la NBA con una marca de 73-9, superando a los Chicago Bulls del legendario Michael Jordan y, en 2017, firmaron un récord de 16-1 en los playoffs para coronarse por segunda vez.
Ahora, frente a los Cleveland Cavaliers en la final por cuarta ocasión consecutiva, los Warriors tienen la posibilidad de unirse a un grupo de élite de equipos que lograron tres campeonatos en cuatro campañas: los Boston Celtics de la década de 1960, los Chicago Bulls de los 90 y los Lakers de George Mikan en los 50, de Magic Johnson en los 80 y de Kobe Bryant y Shaquille O’Neal en los 2000.
“Es extremadamente difícil. Esta ha sido la temporada más complicada por nuestros logros, el recorrido, la longevidad de los mismos… Es difícil”, dijo el base Shaun Livingston, quien aterrizó en Oakland antes del primer título.
“Suena ridículo porque estamos ganando un campeonato pero mentalmente y emocionalmente pones tanto de tu lado cada año, pasando por buenos y malos momentos… Pero estamos persiguiendo la grandeza. Perseguimos la historia. Esas cosas están a nuestro alcance. Así que ahí es donde debemos encontrar la motivación. Es algo así como el juego dentro del juego”, añadió.
Los Warriors derrotaron 122-103 a los Cavs el domingo y pusieron el 2-0 en la final de la NBA.
“Somos todos víctimas de las expectativas que nos marcamos. Pero estamos todos juntos en esto”, apuntó por su parte Stephen Curry, que batió en el segundo partido el récord de triples en un encuentro de las finales, con nueve.