Uno de los grandes misterios de la historia de los Mundiales es la función de las mascotas. ¿Para qué sirven? ¿Por qué existen? ¿Qué malvado genio del marketing entendió que era ventajoso asociar la imagen de un torneo a un hombre disfrazado de animal vitoreando en conjunto con dos tribunas opuestas?
Cuando nuestro equipo gana, uno logra verlas como personajes simpáticos y divertidos. En cambio, cuando toca perder, las ganas de darles una potente golpiza se apoderan de nosotros, como si ellas fueran las responsables del resultado. Por lo general, tanto esfuerzo finaliza en una criatura olvidable.