Un millar de seguidores suecos, en grupo y con camisetas amarillas, permanecieron cantando y saltando detrás de un arco muchos minutos después del partido, pese a las insistentes peticiones en los altavoces del estadio para que lo abandonaran.
Su equipo había avanzado a los cuartos de final, algo no visto en 24 años. Así que los hinchas querían disfrutar el momento y corear el nombre de quien en ese momento era su héroe.
“Hay una sensación extraordinaria y extraña por el hecho de que se queden después del partido, pronunciando mi nombre a coro”, dijo el técnico sueco Janne Andersson. “Esto simplemente hace que uno desee salir para agradecerles”.
Así que Andersson lo hizo. Emergió desde los vestuarios, junto con el capitán Andreas Granqvist, para aplaudir al conjunto de aficionados que no dejó de alentar durante el partido en que Suecia se impuso 1-0 sobre Suiza el martes en los octavos de final.
En 39 años como jugador y entrenador, Andersson jamás ha trabajado fuera de Suecia. Y muchos de sus clubes militan en categorías inferiores, como el Alets y el Laholms.
De anteojos, corpulento y con cabello corto, el estratega de 55 años era prácticamente desconocido en la escena global. Se volverá incluso más famoso el sábado, cuando dispute el encuentro de cuartos de final ante Inglaterra.
Andersson insiste en la importancia de trabajar en “colectivo”, y ha cambiado la filosofía de la selección nacional. No hay más culto al talento individual de Zlatan Ibrahimovic, como ocurrió durante más de una década antes de 2016, cuando el astro anunció que no volvería a la selección.
“Si yo soy el símbolo, puedo soportar eso, pero aquí lo importante es el equipo, no yo o algún otro individuo”, comentó. “El fútbol es un deporte de conjunto, y este equipo ilustra verdaderamente esa idea. Compartimos, trabajamos para el beneficio mutuo dentro y fuera de la cancha. Estoy increíblemente contento por el hecho de que esto esté dando frutos. El fútbol es un deporte de conjunto, nunca lo olviden”.
Suecia ha cumplido ya un papel más destacado en este Mundial que en cualquier otro certamen con Ibra.
La selección de Andersson trabaja duro, entrena bien, luce impenetrable. Sin embargo, aburre.
“Yo no diría que ustedes son aburridos”, dijo el volante suizo Xherdan Shaqiri a los reporteros suecos después del partido del martes. “Pero tal vez a la gente de su país no le gusta verlos”.
Suecia ha dejado a tres rivales en cero durante cuatro partidos, pese a estar en desventaja en el rubro de posesión del esférico: 29% ante Alemania, 35% frente a México y 37% contra Suiza. Sus tácticas se basan en pases largos al delantero Ola Taivonen, de 1,92 metros de estatura, y saques de banda al área penal con la esperanza de peinar el balón y generar alguna acción de peligro.
“Siempre estamos en el lugar adecuado”, resalto el mediocampista Albin Ekdal. “Es increíblemente difícil anotar frente a nosotros”.
Tras la victoria sobre Suiza, Andersson eludió la pregunta de si su equipo vislumbra ganar el Mundial por primera vez en su historia. Su parte del cuadro luce allanada tras la eliminación de Alemania, España, Portugal y Argentina.
“Si comienzas a moderar tus ambiciones no te sentirás satisfecho”, respondió.