* ‘Dios sabe cómo hace sus cosas’; y aunque Juan Fernando Quintero hubiese dado vía libre al ‘tiburón’, aún le faltaba pasar por ese filtro inexpugnable en el que se ha convertido el jefe del departamento médico de Junior, Javier Fernández.
Para nadie es un misterio que el mero nombre de Juan Fernando Quintero a las toldas junioristas o en otras latitudes, a cualquier club en Colombia suscita una gran emoción y sobre todo expectativa en los aficionados del fútbol. Sin embargo, a la luz de la verdad esto no garantiza en un 100 % que el resultado sea fructífero en materia de finales y títulos.
Muchas veces para que un jugador de esa estirpe engrane en la estructura de un club, se requiere sobre todo de una conciencia generalizada de los demás integrantes del plantel. El aceptar su recorrido, el lidiar con ese peso que para muchos representa jugar al lado de un elemento que gana 12 veces más que ese futbolista de esmero, y que sin ser tan virtuoso termina llenando el corazón de fanáticos a través del pundonor que le imprime dentro del campo.
Este tipo de operaciones, que incluso coadyuvan a levantar el ego de los clubes y sus accionistas, en ocasiones terminan siendo un gran detonante incluso hasta social. Sí, cada quien es dueño de su plata; pero los mimos que rigen los destinos del club y de una ciudad como Barranquilla, verse abocado en sacar 1.100 millones de pesos mensuales por un jugador que en el 2022 no tuvo tanta resonancia, debido a las lesiones, podría ser desproporcionado. Bien dice el dicho: ‘Dios sabe cómo hace sus cosas’; y aunque Juan Fernando Quintero hubiese dado vía libre al ‘tiburón’, aún le faltaba pasar por ese filtro inexpugnable en el que se ha convertido el jefe del departamento médico de Junior, Javier Fernández, que con todo el furor que despertó la entonces inminente llegada del defensor Rafa Pérez, al final lo descartó aduciendo inconvenientes en materia físico y en salud.
Hoy, el futuro de Quintero se perfila a Brasil; un país en el que su federación y hasta los dirigentes de clubes se pueden dar el lujo de contratarlo y soportarle no sólo sus pretensiones, sino sus salidas en falso en materia de lesiones. De todas maneras: ‘para verdades, el tiempo’.