La selección alemana de fútbol aterrizó en el aeropuerto de Fráncfort, menos de 24 horas después de su fracaso en el Mundial de Rusia-2018, donde quedó eliminada en la primera fase como colista del Grupo F, tras su derrota 2-0 ante Corea del Sur en Kazán.
Unas horas antes, la Mannschaft había pedido disculpas a sus aficionados en un mensaje en las redes sociales, cuatro años después de haber logrado el título en Brasil-2014.
El seleccionador Joachim Löw, cuyo futuro al frente de la selección genera interrogantes, y el presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Reinhard Grindel, tenían previsto comparecer ante los medios de comunicación.
Alemania no quedaba fuera en la primera etapa de un Mundial desde la lejana edición de 1938.
“Seguimos muy afectados”, reconoció a la llegada a Fráncfort el mánager general del equipo, Oliver Bierhoff.
“Decepción, enfado (…) Hemos echado a perder muchas cosas. Esto queda en nuestro historial. Los jugadores sabemos que somos los responsables”, comentó por su parte el arquero y capitán, Manuel Neuer.
Unos doscientos aficionados decepcionados esperaban en el aeropuerto a los jugadores.
Entre ellos estaba Gunther Kuemmel, un repartidor de periódicos de 67 años, que llevaba una pancarta en la que se podía leer: “Vergüenza deportiva”.
“Estoy decepcionado por la actitud de los jugadores, que no fue profesional. Nunca tuve la impresión de que quisieran ganar”, estimó. “No hubo ningún destello y es culpa de Löw”, apuntó.