* Su risita burlesca, acompañada de actitudes grotescas hacen parte del diario laboral de Ney siempre que se dispone a competir. Qué poca ética e irrespeto por una profesión que le da tanto, pero que también retribuye con fulgurantes muestras de antipatía.
Nadie discute el enorme talento del volante brasileño con la pelota en sus pies, de ahí que hace parte de los futbolistas mejores pagados en el mundo, no sólo por su club PSG de Francia, sino por un sin número de marcas publicitarias que lo ven como fuente potenciadora de sus ingresos.
Sin embargo, ese talento que brota a flor de piel no concuerda con su calidad humana, sobre todo dentro del terreno de juego. Las reiteradas caídas en el gramado, sin justificación alguna y muchas de ellas patrocinadas por algunos árbitros son el detonante para que el jugador 10 de Brasil siga haciendo de las suyas, y lo peor constituyéndose en un mal ejemplo para niños y jóvenes que incluso lo siguen a través de redes y por los diferentes medios.
Su risita burlesca, acompañada de actitudes grotescas hacen parte del diario laboral de Ney siempre que se dispone a competir. Qué poca ética e irrespeto por una profesión que le da tanto, pero que retribuye con fulgurantes muestras de antipatía.
El más reciente episodio de conducta antideportiva lo reflejó en el compromiso acaecido el pasado miércoles entre Colombia y Brasil por Copa América, cuando en medio del dolor y la impotencia de los jugadores cafeteros tras la decisión aberrante del árbitro Néstor Pitana y que al final marginó de un buen resultado a la Tricolor, el susodicho se dedicó a sonsacar a varios jugadores, y no contento con ello, después que el referí validó la primera anotación brasileña, increpó al colegiado para que mostrara tarjeta amarilla a los colombianos.
El anterior hecho, que llevó a la amonestación del arquero David Ospina fue sin duda cuestionado por entendidos en la materia, toda vez que después de haber validado el gol de la infamia, el 10 brasileño no debía estar en el tumulto, o sencillamente no había lugar a quedarse discutiendo y provocando cuando sencillamente el daño ya estaba hecho.
No cabe la menor duda, que el mundo del fútbol está lleno de talentos, y también de marrulleros que lamentablemente son abanderados por personajes, que no tienen en cuenta la moral, ni mucho menos el respeto que se le debe a una audiencia. Es sin duda un enorme tributo al descredito, a una imagen vana que todos contribuimos con un like o con hacerlo célebre a través de un comentario en redes, no sabiendo el daño que se le hace a esa sociedad que de apoco se forja, y que inquieta a la luz de tener un mundo desnaturalizado.