* Hoy, con la adjudicación de su sexto título europeo, ganado al PSG por la mínima diferencia, con anotación del atacante Kingsley Coman, se expande ese campo de acción, representado en ese esfuerzo por liderar, a través de la disciplina, no sólo dentro sino fuera de los estadios.
Qué grata sensación de lealtad el ver al Bayern Múnich, con su radiante pundonor y respeto por su idiosincrasia futbolística, representada en la manera como cada uno de sus elementos se reparten dentro del campo, con mucha funcionalidad y lo mejor, con ese amor propio por los colores de su patria.
Y es que esas bondades no están cimentadas en el arraigo y poderío mostrado en el juego de semifinales de Liga de Campeones ante el Barcelona y su apabullante 8-2, sino en el desarrollo galopante de más de 30 fechas de invicto, generando espectáculo e instando a los magnates del mundo deportivo, en apuntarle sin miedo a los procesos bien contexturados, con agentes capacitados y con visión no solo de índole nacional, sino internacional como pasó con la contratación del carrilero Alfonso Deibis; grata revelación de la Champions League 2020.
Hoy, con la adjudicación de su sexto título europeo, ganado al PSG por la mínima diferencia, con anotación del atacante Kingsley Coman, se expande ese campo de acción, representado en ese esfuerzo por liderar, a través de la disciplina, no sólo dentro sino fuera de los estadios.
Una cantera reina de más de 600 jugadores por temporadas, muchos de ellos repartidos a lo largo y ancho de la geografía alemana; y otros más, regados en clubes de segunda división europea. Todos en esa lista de espera para que en cualquier momento sean llamados a ser parte del equipo principal.
Bayern Múnich, el equipo bávaro, el gigante de Baviera, la estrella del sur, los rojos, el campeón récord, die schwarze bestie (la bestia negra); y otros remoquetes más; pero con el mejor lema: disciplina y amor por lo que se hace.
